Cuando cada músculo de tu cuerpo se tensa y te pegas a la pared como si escucharas sus latidos, sabes que tu camino es hacia arriba.
¡Y sigues!
Enganchas otro mosquetón y continúas con más fuerza. La cima está muy cerca. Alcanzas con tus dedos el último hueco entre las rocas. Te impulsas con los pies un poco más y...
¡llegaste!
Desde arriba todo es diferente. Descubrirás paisajes que parecen de otro planeta como las Cañadas del Teide.